Siempre pateando hacia adelante..

Puede que alguna vez se me haya ocurrido pensar en un lindo amanecer; o que haya visto algunos muy hermosos; pero verlo sobre los Annapurnas superó todo lo vivido anteriormente. Sobre todo, si le agregamos el condimento de una caminata de 45 minutos, hasta los 3200mts, trepando por la montaña, totalmente a oscuras (de madrugada, y luego de que la linterna se quedara sin pilas), y con una temperatura que contaba con algunos grados bajo cero… Así comenzó nuestro cuarto día de trekking.

Luego de disfrutar una maravillosa salida del sol sobre los 5 picos nevados y de matar el frio con un exquisito chocolate caliente, descendimos hasta el hotel, donde nos esperaba el desayuno. A partir de aquí, una caminata de 7 horas siempre en descenso por algunos senderos muy duros se convertirían en una jornada agotadora en la que los sentidos estarían siempre al límite.
No solo paisajes tiene Nepal. También imágenes de criaturas pidiendo unas pocas rupias; gente fabricando diversos elementos según ancestrales técnicas de cestería; chicos cargando canastos con piedras con no menos de 10/15 kilos de peso; porteadores acarreando todo lo que algún turista un poco acomodado y sin espíritu de aventura no quiere llevar consigo; hombres cargando garrafas o bolsas de arpillera con granos; mujeres trabajando la tierra o arrastrando paquetes con una docena de chapas acanaladas; o como nos comentaba un muchacho, una bolsa con 70 kg de peso, sostenida de su cabeza por correas.... Y todo esto, a través de difíciles caminos de montaña, con piedras y cascotes sueltos, debiendo vadear ríos y arroyos, y calzando tan solo unas simples ojotas de goma. Imaginen nuestras sensaciones, cuando equipados con zapatillas de ultima generación, ropa cómoda y sin tanto peso teníamos que compartir un sendero, o un respiro a la sombra de un árbol con esta gente.. Se los aseguro, Nepal es mucho más que paisajes.....
De los 2874mts en que nos encontrábamos, pasamos en solo unas horas a los 1190mts, una vez en Tatopani. Siempre hacia abajo; siempre hacia adelante.. Ya con algunas horas de viaje encima, el hambre nos hacia mecha, y decidimos parar a almorzar en un restaurante de higiene más que dudosa, pero hermosamente ubicado a la vera de un arroyo, rodeado de flores rojas, y sobre una saliente de rocas que regalaba unas vistas maravillosas del valle que, más abajo, aguardaba nuestro paso. Lo que en otro lugar hubiese representado una agobiante espera por mi comida, en este caso se transformo en un agradable rato de relajación, cómodamente recostado sobre un viejo árbol, bajo el sol, y con el ruido del agua corriendo por el arroyo, como fondo.
A poco de llegar, el sendero bajaba hasta el cauce mismo del rio Kali Gandaki donde, mientras aguardábamos que se realicen algunas detonaciones para abrir camino sobre una ladera, un grupo de porteadores se me acerco de manera divertida para que los fotografiara... Una vez en el pueblo, y ya ubicados en el hotel, un más que merecido chapuzón en las aguas termales iba a ser el broche de oro para este día tan agotador.
Se suponía que al otro día debíamos partir, pero lo pintoresco del lugar, y lo confortable y relajante de las aguas termales, nos decidieron a pasar todo el día ahí tirados, bajo el sol, tan solo disfrutando.
Ya de regreso a Pokhara, varias horas de caminata y algunas otras más en bus serian nuestro medio de transporte, simple y efectivo. Pero la montaña siempre puede presentar imprevistos. En este caso, un grupo de burros de carga, un puente colgante en muy malas condiciones, y Natalia y Yo a medio cruzar (cargados de equipaje), resultaron en una muy mala ecuación. Y así fue que el burro que lideraba la caravana, egoísta si se quiere (y hasta malhumorado), encaro por el medio del puente, sin importarle demasiado nuestra presencia; el resultado, casi evidente. Empujando a Naty y produciendo algo así como un efecto dominó, el topetazo en el pecho que recibo me hace girar sobre mí mismo y, casi milagrosamente agarrado con una mano del cable principal, quedo durante lo que sería un tiempo interminable para mi (fracción de segundos en tiempo real), casi fuera del puente, con la espalda y la mochila suspendidas en el vacio (es de destacar que el rio se encontraba unos 25 metros más abajo). Una vez en pie sobre el puente, y con el corazón fuera de lugar, no nos quedo otra que recular y, a pesar de que ya casi habíamos cruzado, volver sobre nuestros pasos, y dejar que los animales hagan lo suyo....