Alguien especial en el camino ...

Durante la estadía en la isla, la amistad creada con los chicos se había ido afianzando, al punto de llegar a entablar largas conversaciones en las cuales la historia personal de cada uno salía a la luz sin retaceos ni rodeos que dieran a pensar que la situación era forzada y, particularmente con Eliane, nos fuimos conociendo al punto de llegar a disfrutar incluso una cena los dos solos, charlando, y contándonos proyectos e ilusiones. Pero a pesar de querer seguir camino junto a ellos, algo en mi interior me indicaba que debía quedarme y disfrutar de eso tan especial que había descubierto, y que me sería vedado si decidiera seguir viaje junto a ella y Henrique. Y no sin pena, y luego de mucho pensarlo, la determinación fue la de hacerle caso a mis sensaciones. 
Casi como si hubiésemos podido predecir el futuro, nos despedimos de los chicos con la certeza de que nuestros pasos volverían a cruzarse, ya sea de común acuerdo, o por azar. Y esa seguridad nos dio la tranquilidad necesaria como para poder fundirnos en un abrazo fraternal y emocionado, pero sin esa carga melancólica y negativa que suelen generar las despedidas.  Y así, mientras el barco se alejaba de Ko Phi Phi llevándose a quienes habían sido los mentores de algunos de los más gratos momentos de mi viaje, yo me quedaba en el muelle, sonriendo alegremente no sólo por haber seguido hasta allí a mis emociones, sino por la tranquilidad que me brindaba saber que el camino volvería a cruzar nuestras pisadas.