Hacia tierras nepalíes...

Siempre con la idea de seguir en movimiento, intentamos de alguna manera "ponernos de acuerdo" acerca de cómo hacerlo. Decisiones encontradas, puntos de vista divergentes, opiniones que no concuerdan... lamentablemente no logramos establecer ese punto de conexión que nos permitiera continuar el viaje tal cual lo teníamos planeado, todos juntos ...

y es por eso que a partir de este lugar, Caro tomaría nuevos rumbos, continuando viaje por su cuenta .... Donde quiera te encuentres en estos momentos Amiga, mis más sinceros deseos de felicidad para Vos, y espero que algún día, el camino nos permita unir nuevamente nuestros pasos, dejando atrás todo aquello que en el presente nos ha hecho tomar la decisión de separarnos.....
El viaje continuó, pero  con planes cambiados, y rumbos aún no definidos.  Así fue que, subidos al tren en la clase más barata que conseguimos, comenzó la primer etapa de una travesía de más de 24 hs hasta poder llegar a destino. Partimos de Agra hacia Nueva Delhi, en un viaje de 3 horas, parados, viendo el ir y venir de vendedores ambulantes, o apretados en un asiento que alberga el doble de la cantidad de pasajeros para la cual está preparado; con gente que duerme sobre los portaequipajes, bultos, olores y sonidos de todo tipo....
Una vez en Delhi, nos dispusimos a almorzar en un típico restaurante hindú, donde una pequeña laucha amenizaba nuestra comida asomando entre mis piernas, en busca de una muestra de bondad que le permitiera obtener algo de alimento. Debíamos esperar 5 horas hasta poder tomar el otro tren, que luego de casi 15 horas nos depositaria en Gorakhpur, otro lugar sucio y desprolijo donde, por suerte, no estuvimos más de lo necesario.
Lo interesante de esta experiencia fue  que una vez en la estación, nos convertimos en la atracción principal de cuanta gente daba vueltas por el lugar (algunos, los más atrevidos, incluso se acercaban a conversar, sin importarles que no entendiéramos nada de "hindi"), o tan sólo se divertían mirando como nosotros jugábamos a las cartas tirados sobre nuestras mochilas. No se imaginan la excitación de la gente cuando, en un momento, y con la intención de divertirnos, dejamos de lado las cartas de póker y sacamos el mazo de cartas españolas. No salían de su asombro, llamándose unos a otros para mostrarse lo que, seguramente, hasta ese momento jamás habían visto.
Para la segunda parte del viaje logramos acomodarnos  en la "sleeping Class". Este es un sector con asientos que se convierten en literas y donde, usando nuestras bolsas de dormir (Negro Fer, GRACIAS!!!) pudimos descansar y tener un viaje muy agradable... Al día siguiente, bien temprano, llegábamos a  Gorakhpur, y tan sólo 20 minutos después (sin tiempo siquiera para lavarnos las caras o desayunar), estábamos subidos a un ómnibus local, con el cual nos trasladaríamos hasta Sonauli, un pueblito en el límite con Nepal.
Fue esta una verdadera travesía, en un vehículo totalmente sucio, averiado, y que ciertamente no reunía ninguno de los más básicos requerimientos de seguridad (e incluso mecánicos). Pero en India, no todo funciona como debería, y sin muchas otras alternativas, tomamos coraje y emprendimos la marcha.
El camino (en general de tierra),  serpenteaba por momentos a la vera de un río, o se encaminaba por el borde mismo de la montaña. Pero nada de esto era motivo suficiente como para que se redujera la velocidad, llegando a creer en un momento (por las maniobras intrépidas que el conductor realizaba), que si no paraba o frenaba un poco, era porque realmente, nos habíamos quedado sin freno y éste no lo podía hacer.
Así anduvimos varias horas. Un tanto apretados al principio, y a los saltos durante todo el camino, llegamos a la frontera, donde un trámite rápido nos permitió cruzar del otro lado. En este punto, fue muy cómico ver como la policía nepalí golpeaba con unos palos a los paquetes que algunas personas transportaban a través de la frontera, cargados al hombro o sobre sus cabezas.
Namaste! Welcome to Nepal!! Esta fue la frase con la que nos recibieron en la oficina de Migración nepalí, y con la que se abriría una nueva etapa en nuestro viaje, encontrándonos con un pueblo de gentes muy gentiles, que no ha parado de fascinarnos en todo momento. Luego de un trámite poco burocrático, y rickshaw de por medio, nos dirigimos hacia Bairahawa, un no tan pequeño pueblo fronterizo en el cual pasaríamos nuestras 2 primeras noches en estas hermosas tierras nepalíes.
Lejos de ser una maravilla estuvo este lugar, pero fue de todos modos una grata sorpresa el encontrarnos (en contra de lo esperado) con una ciudad relativamente limpia, prolija, hasta ordenada (a pesar de mantener su carácter de ciudad pobre, y muy árida) y con gente que, lejos de mirarnos con agresividad o ganas de divertirse a costa nuestra, como sucedió en India, demostraba curiosidad y porque no, hasta cierta simpatía para con estos extranjeros que se acercaban a conocer su tierra, y su modo de vida...