Padaung: mujeres de cuello de jirafa.


El grupo de aventureros estaba conformado por un puñado de americanos, dos japoneses, una italiana, un dudoso guía tailandés (al que prácticamente no le conocimos la voz), y yo. Reunido el equipo, partimos de Chiang Mai a bordo de una camioneta que nos depositó a los pies mismos de la montaña, sobre un camino de tierra que se adentraba entre la vegetación, dando comienzo a nuestra singular travesía por las siguientes 48 horas. 

La primer etapa fue atractiva, aunque básica en cuanto a exigencias, ya que seguimos la huella de un viejo camino rural que, de apoco, fue desapareciendo y transformándose en un angosto sendero arbolado y alfombrado con miles de hojas secas, sin mayores dificultades, el cual debimos seguir siempre al ritmo del guía, quien prácticamente nada nos explicó durante el recorrido. 

Happy Songkra!!!!!

Largas hileras de vehículos avanzan lentamente por las avenidas que circundan el casco histórico de la Ciudad y, desde la parte trasera,  personas armadas disparan incesantemente hacia una multitud que corre en todas direcciones, grita e intenta devolver con furia parte de esa violencia recibida. Imágenes de un caos total, ante los ojos atónitos de los turistas que se animan a acercarse a la zona donde se desarrollan los hechos. Chiang Mai es el nombre de la Ciudad, y aquello que sucede no es otra cosa que el festejo del Año Nuevo Tailandés o “songkra”. 
Este lugar ubicado al norte del país, es conocido como la “Capital Cultural de Tailandia”, y se ha hecho famoso en muchos lugares del mundo por ser el sitio donde se llevan adelante los más importantes festejos relacionados con esa fecha especial para los tailandeses, cuyas celebraciones se dan a mediados del mes de abril.