Melaka. Tierra con historia...

Pocos, sino ninguno, son los lugares que, como Melaka, le brindan al viajero la posibilidad de conocer en tan solo una visita, los ricos y variados procesos históricos y culturales que se sucedieron en este hermoso país, tan sólo caminando por sus calles y prestando algo de atención a las huellas que esos diferentes períodos han ido dejando plasmadas.


En poco más de 600 años, esta pequeña península ha sido testigo del avance de diversos culturas que, llegando a ella con finalidades diversas, se han ido amalgamando y conformando un testimonio vivo de la historia de la nación. De principado hindú a protectorado chino, se convirtió luego en puerta de ingreso para el islamismo en territorio malayo; reconvertido al cristianismo por el avance portugués, fue brevemente dominado por los holandeses, hasta ser cedido al Imperio Británico, de quien se desprendería en el año 1957, siendo Melaka el asiento del mayor movimiento libertario del país, el cual culminaría con la Declaración de la Independencia (Merdeka).

Ubicada a 150 Km al sur de Kuala Lumpur, llegar aquí implicó nuestra primera y muy satisfactoria experiencia con el servicio de transporte de larga distancia malayo (económico, cómodo y muy eficiente). Lo primero que hicimos al llegar fue pasear por el Town Square (el corazón histórico de la colonización portuguesa en la zona); con un impresionante colorido, éste sector de la ciudad se destaca por la presencia de una bonita feria artesanal, mucha gente, rickshaws, puestos de comida, hermosos edificios coloniales y mucha pero mucha onda.
Deslumbrados, queríamos formar parte del lugar, y es por eso que no pudimos menos que seguir la premisa que dice que, lugar al que fueres, debes hacer lo que los locales hacen. Y es así que, para los que creen que estamos locos por el solo hecho de habernos venido hasta aquí, los invito a que miren la fotito que me saque en esta plaza, con la mascota del lugar (si brother, ya sé lo que estas pensando, no tengo retorno).
Cansados de caminar sin poder encontrar un lugar donde alojarnos, recurrimos a la ayuda de Rashid y su muy floreado rickshaw a pedales sobre el cual nuestras dos almas y demás elementos fueron transportados hasta un muy bonito Hostel. Ya acomodados pero aún excitados por tantas cosas nuevas, decidimos seguir probando suerte, ya ahora con una cena en el Newton Central Market, una especie de "feria gastronómica" muy colorida, y con un saborcito local genial que nos atrapo y divirtió mucho. Platos como “arroz con pollo” o “pato en salsa agridulce con fideos y huevos” serían, a partir de entonces, los sabores a experimentar.
Al día siguiente nos mudamos al Emily, un hostel con mucha más onda, donde conocimos a una pareja de japoneses con los que nos colgamos largo rato a conversar, ya que estuvieron en Argentina en febrero (adoran nuestro asado y el vino tinto!!). Una intensa lluvia tropical resuena sobre el techo, mientras pequeños trozos de corteza de coco sobre un mechero endulzan el lugar, y una suave música instrumental japonesa enmarca nuestra velada.

Melaka es una ciudad sumamente tranquila, donde la historia se respira en el ambiente, creando una atmósfera particular cargada de tradiciones y mucha diversidad. Es sedante. Relaja. Y hace que bajemos un par de velocidades. Así, nuestro plan de conocer y partir de inmediato se vio alterado. Además, la buena onda y el clima especial del guesthouse nos convencieron de quedarnos unos días más con Jay, Malik, Ichi y Yoshi, donde las pastas con crema y roquefort reconfirmaron el éxito culinario de Caro en Malasia, amén de convertirse en el argumento ideal para unas hermosas veladas compartidas al son de buena música y charlas animadas.
Lo que iban a ser tan sólo 2 días de estadía se convirtieron en una semana de permanencia, disfrutadas con paseos por el mercado, caminatas a través de los barrios de origen portugués, visitas al sector histórico y algunos de sus elementos (como el Palacio Istana o la Puerta de Santiago), horas tirados en una pequeña playa de arena gruesa y oscura o, tan sólo, sentados en un bar tomando una cerveza, acompañados de fondo por viejos temas de la trova cubana. Lo importante no fue el paisaje, sino esa maravillosa experiencia de haber encontrado un lugar donde relajar los sentidos.
Hoy me encuentro escribiendo estas líneas tirado en la arena, sobre la playa, donde Caro descansa y los sonidos de diferentes cánticos y oraciones llegan a mí desde una mezquita cercana; mientras, unos chicos juegan en la arena, diminutas olas rompen con delicados acordes sobre la orilla, y un sol vago y distante nos acompaña luego de varias jornadas de lluvia.

Que sigue? ni idea, pero ya les vamos a estar avisando. Por lo pronto, las posibilidades son ir a la Isla de Sumatra en ferry, a Singapur, o meternos de lleno en plena selva malaya. Vamos a ver que nos depara el destino. De todas maneras, los vamos a mantener informados. Saludos, y hasta el próximo encuentro....